Portabilidad de la cuenta en servicios bancarios: complejo, pero no imposible: por Joris Lochy

En el mundo de las telecomunicaciones, la portabilidad de los números ha sido una realidad durante mucho tiempo. Puede cambiar su proveedor móvil sin perder su número de teléfono, un cambio que ha transformado radicalmente la industria. Hizo operadores de conmutación transparentes, eliminando las molestias de informar contactos sobre un nuevo número. Esta innovación única ha fortalecido considerablemente la movilidad y la competencia de los clientes en el sector.

Ahora imagine si los bancos trabajaban de la misma manera. El cambio en su cuenta bancaria principal hoy está lejos de ser sin esfuerzo. Desde la apertura de una nueva cuenta hasta el cierre de la antigua, el proceso a menudo lleva tiempo y costoso. Algunos bancos incluso restringen la flexibilidad al exigir que su salario se deposite en la misma cuenta que contiene su hipoteca o sus préstamos. Esta agrupación hace que el cambio sea aún más difícil.

Y los desafíos no se detienen allí. Un nuevo IBAN significa actualizar cada organización que le pague o factura a usted: empleadores, autoridades fiscales, proveedores de cuidado infantil, fondos de pensiones, empresas de servicios públicos e innumerables servicios de suscripción. Los flujos directos deben reconfigurarse, y sus tarjetas de débito y crédito, generalmente vinculadas a su banco, serán reemplazados, cada uno por nuevos números, que requieren actualizaciones de todas sus carteras y plataformas digitales.
No es de extrañar, entonces los clientes dudan en cambiar. La carga administrativa es simplemente demasiado alta.

Si los clientes pudieran mantener su número de cuenta al cambiar los bancos, tal como lo hacen con los números de teléfono, esto eliminaría uno de los mayores obstáculos para cambiar. Pero en la práctica, no es tan simple.
Los flujos directos son específicos para la institución, por lo que incluso con un número de cuenta portátil, las instrucciones subyacentes aún deben volver a emitirse. Del mismo modo, las tarjetas de débito y de crédito están vinculadas a emisores específicos. Sin la portabilidad del número de tarjeta, la carga de la administración sigue siendo sustancial.

También hay un desafío estructural. Las instituciones financieras a menudo se identifican a través de prefijos del número de cuenta. Permitir la portabilidad real del número de cuenta requeriría una revisión fundamental del sistema para mantener la singularidad y la confiabilidad.

Una alternativa más factible podría ser alias. En lugar de los números de cuenta de Portage, podríamos pasar al uso de alias persistentes, como un número de teléfono móvil, una dirección de correo electrónico o un documento de identidad único, para conectar pagos y flujos. Un servicio centralizado podría administrar la cartografía entre este alias y la cuenta y la verdadera institución del cliente.
Esto permitiría a los clientes cambiar el banco sin notificar a cada contraparte. Simplemente actualizarían el mapeo de alias, y el resto lo seguiría.

Si bien las personas ya se enfrentan a una fricción significativa en el cambio, las empresas sufren aún más. Las empresas reciben pagos de una gran red de clientes y socios. La modificación de un número de cuenta requiere actualizaciones de conciencia a gran escala, actualizaciones del sistema de contabilidad e incluso puede soportar sospechas, porque los avisos de la cuenta a menudo son como intentos de fraude.
Para las empresas, el cambio de cuentas puede ser una pesadilla logística. Sin embargo, muchos están motivados para hacerlo por razones como ahorros de costos, consolidación o reestructuración posterior a M&A.

Todo esto plantea una pregunta fundamental: ¿todavía necesitamos el concepto de una cuenta bancaria estática? En un blog anterior “Una cuenta bancaria: un concepto del pasado“(/2020/03/a-bank-account-concept-ofe-past.html), Exploré la idea de administrar dinámicamente el dinero entre las instituciones a través de un repositorio centralizado de clientes. Esta visión también podría activarse por el aumento del poder de la moneda digital del banco central (CBDC), donde los individuos podrían tener una cuenta universal directamente con el banco central.

En tal mundo, la portabilidad de las cuentas puede quedarse sin palabras. La cuenta ya no sería el ancla de la identidad financiera; en cambio, nos dirigiríamos hacia algo más dinámico, flexible y adaptado a la era digital.

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